Tamadaba es uno de los entornos naturales emblemáticos de la isla de Gran Canaria. Su riqueza botánica es quizá la mas alta de la isla y una de las mas sorprendentes de todo el Archipiélago Canario. Por esta y otras razones está declarado como Parque Natural, además de formar parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Viven en sus riscos un buen número de especies endémicas, algunas exclusivas del macizo, como Globularia ascanii, Micromeria pineolens, Sventenia bupleuroides, Sideritis guayedrae, Tanacetum oshanahanii, Teline rosmarinifolia subsp. eurifolia. Para conocer un poco más su asombrosa biodiversidad aconsejamos este artículo de Águedo Marrero, publicado en la revista Rincones del Atlántico (http://www.rinconesdelatlantico.com/num2/tamadaba.html).
Pero su aspecto ha cambiado mucho en el último siglo, sobre todo en su zona norte, donde se encontraban una buena cantidad de construcciones, campos de cultivo, pastos, y que hoy están casi olvidados y desaparecidos entre la arboleda. Cuando a mediados del siglo XX se inició la labor de reforestación de la zona, se empleó en su mayoría el pino canario como principal especie arborea, pero no fue la única. Junto al pino canario se plantaron un buen número de especies arbóreas, muchas de las cuales pueden encontrarse aún hoy en el bosque. Muchas de ellas se mantienen en medio del pinar, sin aparentemente impedir su regeneración natural. Son un mal menor, pero otras no sólo se han aclimatado, sino que progresan y pueden empezar a dar problemas al ecosistema natural de Tamadaba.
Entre las primeras, las especies introducidas que aparentemente no producen alteraciones al medio, hemos podido localizar en una última visita las siguientes (sin contar las especies propias de los cultivos anteriores a la reforrestación, castaños, nogales, higueras, etc.):
Pinus pinaster; Pinus nigra; Pinus sylvestris; Pinus radiata; Pinus halepensis; Nerium oleander; Pyrus communis; Acer pseudoplatanus; Quercus ilex; Cydonia oblonga; Cupressus sempervirens; Eucalyptus pseudoglobulus y Corymbia ficifolia.
Entre las segundas, aquellas que progresan y ocupan nuevos territorios, desalojando en ocasiones a la vegetación autóctona o impidiendo se regeneración, hemos visto:
Pinus pinea; Eucalyptus globulus; Cedrus atlantica; Cupressus macrocarpa; y sobre todo Acacia saligna.
Como curiosidad hay que citar la introducción de especies canarias que no viven de manera natural en ese pinar. Este parece ser el caso de Rhamnus glandulosa, un árbol de la laurisilva canaria, extinto en Gran Canaria y que al parecer se introdujo en Tamadaba, y de Juniperus cedrus, especie que está experimentando una expansión importante en el bosque, donde no es raro ver juveniles de esta especie. De confirmarse, son claros casos de traslocaciones.
Hoy en día se estudian las especies que se van a utilizar en las reforestaciones, y en muchas ocasiones se emplean ejemplares obtenidos en la propia zona donde se van a realizar las plantaciones (como ocurre en Gu-Guy o Güigüí), pero en aquella época se plantaba sin demasiado control, lo que se tenía. Se hacían pruebas, se experimentaba para ver qué crecía mejor y más rápido. Unas veces por su carácter de plantas alimenticias, otras por simple ornamento. Parece que en algo vamos mejorando.
Brotes de raíz de Acacia saligna. Este sistema de reproducción vegetativa le proporciona una rapidez admirable para colonizar nuevos territorios, aunque estén a la sombra de otras plantas, como en este caso los pinos.
Detalle de los filodios (pseudohojas) y flores de Acacia saligna.
Grupo de ejemplares de Cedrus atlantica de diferentes clases de edad, desde los árboles de 5-6 m hasta arbustos de 1 m escaso de altura. Estos árboles forman rodales, algunos bastante extensos en la cara norte del pinar de Tamadaba.
Grupo heterogéneo de Cupressus macrocarpa. Igual que puede verse en otras zonas de la Isla (ver por ejemplo el pinar de Santa Cristina; http://invasionesbiologicas.blogspot.com.es/2017/05/las-especies-arboreas-introducidas-en.html), este comportamiento nos muestra la potencialidad invasora de este árbol.
Varios ejemplares de la adelfa, Nerium oleander, pueden encontrarse en el seno del pinar de Tamadaba. Creemos que se trata en todos los casos de individuos plantados, ya que su propagación en estos ambientes totalmente alejados de los que le son propios es altamente improbable. Además gran parte de las adelfas encontradas pertenecen a variedades de jardín que han perdido la capacidad de producir semillas
De gran valor paisajístico, un grupo de encinas muy grandes y ancianas. Quizá las mayores de la Isla. Aunque producen vástagos, la lentitud de su propagación no plantea problemas al bosque que lo rodea.
Hojas y sámaras de Acer pseudoplatanus, un arce del que existen unos pocos ejemplares jóvenes en la zona. Su juventud parece indicar que este tipo de introducciones no se limitó a los años 50-60 del pasado siglo, sino que hasta relativamente pronto han continuado. Esperemos que ya no se produzcan.
Ejemplar joven de Juniperus cedrus creciendo en el borde del cantil en Barranco Oscuro, a unos 800-900 m de altitud. Los ejemplares adultos de este especie son frecuentes en el pinar, y no es difícil encontrar otros más jóvenes en todo este sector norte del pinar. Estas traslocaciones pueden generar problemas si no se controla su procedencia, ya que es importante preservar la diversidad genética de las escasas poblaciones naturales grancanarias de esta especie.
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