Un día llegó a Canarias un marciano que en su planeta practicaba la difícil ciencia de la Botánica. Paseando por sus campos encontró multitud de plantas que le eran totalmente desconocidas. Como estaba acostumbrado a hacer, recogió muchos ejemplares, los secó y ordenó en su herbario y procedió a determinarlos. Como no era un experto conocedor de la flora terrestre todo lo que vió le parecía nuevo, y en sus libros de botánica marciana no aparecían estas plantas. Así que empezó a dar nuevos nombres a todas las plantas que encontró, y como no las conocía de otros lugares, todas eran calificadas como endémicas de las Islas. Una bonita amapola de flores naranja, una gramínea de espiga grande y rojiza, un arbusto que los terrícolas llaman bobo, tabaco moro, y otros nombres, etc., etc. El marciano alcanzó gran fama entre los demás botánicos de su planeta y su obra es ahora un clásico entre los tratados de botánica marciana.
Sirva esta fábula para entender qué ha pasado con una nueva especie descrita para la ciencia con ejemplares recogidos en Tenerife. Se trata de Sporobolus copei, una gramínea. Conocida por los botánicos insulares al menos desde 1970, no producía interés porque se trataba claramente de una especie exótica. Todo el género al que pertenece se considera propio del sudeste y sur de Asia. Pero un día alguien se percata de que esta planta es distinta a las que conoce del mismo género. La estudia y cree que se trata de una nueva especie, publicando su descubrimiento. ¿Que ocurre ahora? Que existe una planta conocida sólo en Tenerife, y por tanto un endemismo, que se sabe seguro es introducida. ¿Se incluirá en los catálogos de especies en peligro? Según los criterios actuales, debería. Ya que el criterio de que sea introducida es subjetivo, mientras que el criterio de especie endémica es real (de momento).
No es la primera vez que ocurre algo parecido, algunas plantas descritas en principio sólo para Canarias, después se han encontrado fuera del Archipiélago (Davallia canariensis, por ejemplo), pero es la primera vez, que yo sepa, que se describe una especie aparentemente exótica, con individuos de Canarias. ¿Qué se debía haber hecho? En mi humilde opinión, una vez que el investigador tiene la certeza de que se trata de una nueva especie debía haber buscado su lugar de origen, su distribución natural. Sin ese dato la publicación de la especie crea un problema mayor que el avance científico que proporciona el artículo.
Todo esto es una muestra de la falta de un trabajo integrado, multidisciplinar, en botánica.
No más marcianos botánicos, por favor.
Sirva esta fábula para entender qué ha pasado con una nueva especie descrita para la ciencia con ejemplares recogidos en Tenerife. Se trata de Sporobolus copei, una gramínea. Conocida por los botánicos insulares al menos desde 1970, no producía interés porque se trataba claramente de una especie exótica. Todo el género al que pertenece se considera propio del sudeste y sur de Asia. Pero un día alguien se percata de que esta planta es distinta a las que conoce del mismo género. La estudia y cree que se trata de una nueva especie, publicando su descubrimiento. ¿Que ocurre ahora? Que existe una planta conocida sólo en Tenerife, y por tanto un endemismo, que se sabe seguro es introducida. ¿Se incluirá en los catálogos de especies en peligro? Según los criterios actuales, debería. Ya que el criterio de que sea introducida es subjetivo, mientras que el criterio de especie endémica es real (de momento).
No es la primera vez que ocurre algo parecido, algunas plantas descritas en principio sólo para Canarias, después se han encontrado fuera del Archipiélago (Davallia canariensis, por ejemplo), pero es la primera vez, que yo sepa, que se describe una especie aparentemente exótica, con individuos de Canarias. ¿Qué se debía haber hecho? En mi humilde opinión, una vez que el investigador tiene la certeza de que se trata de una nueva especie debía haber buscado su lugar de origen, su distribución natural. Sin ese dato la publicación de la especie crea un problema mayor que el avance científico que proporciona el artículo.
Todo esto es una muestra de la falta de un trabajo integrado, multidisciplinar, en botánica.
No más marcianos botánicos, por favor.