En primer lugar debo agradecer a Tony Bonny la localización de la zona de la que habla esta entrada, y a Juan Ojeda (Juanillo), la intermediación y el interés inagotable por las plantas de esta tierra (http://plantasdemitierra.blogspot.com.es/).
Cualquier padre sabe el miedo que da ver a un hijo de pocos años que quiere "ayudá a papá" o "a mamá"y que se te acerca con las manos sucias dispuesto a colaborar en cualquier labor doméstica: doblar la ropa limpia, fregar el suelo, etc.
Esa misma hipermotivación se da en muchas personas muy concienciadas de que todos podemos colaborar en cualquier tema medioambiental: el reciclaje, la conservación del medio, etc. Pero hay ocasiones en que esta altísima motivación y buena voluntad no está debidamente encauzada.
Cada vez es más frecuente encontrar en los espacios naturales especies vegetales que han sido plantadas por grupos ecologistas, montañeros, o simplemente por personas de buena voluntad. El problema se produce cuando las especies plantadas no son las más adecuadas para la zona, o incluso, ni siquiera son especies autóctonas.
De hecho, en el caso de que las plantaciones sean de especies locales en zonas de las que son propias, la falta de control y de registro de estas plantaciones hacen que sea un problema para futuras investigaciones. Pero este es un mal menor.
Un ejemplo claro del problema que se puede plantear por esta plantación equivocada lo podemos encontrar en una zona que no mencionaremos por no incentivar aún más estas acciones. Sólo diremos que está situada en el cuadrante noreste de la Isla de Gran Canaria, en un espacio natural protegido, donde la vegetación natural de acebuches (Olea cerasiformis), lentiscos (Pistacia lentiscus) y granadillos (Hypericum canariensis) está en clara progresión. En un área de no más de 100 metros cuadrados podemos encontrar varias especies exóticas introducidas en pleno hábitat natural:
* Phlomis purpurea
* Cistus ladanifer
* Crassula argentea
* Alliaceae sp.
Y algunas especies canarias que no están presentes de forma natural en la zona
* Marcetella moquiniona
* Dracaena draco
En estos dos últimos casos el mal es muy poco, e incluso podríamos pensar que son buenas prácticas, pero sería necesario llevar un registro de dónde y cuántos se plantan, así como la procedencia de las semillas, para que estas plantaciones no interfieran en investigaciones futuras.
Pero el problema son aquellas especies exóticas, y sobre todo, las que ya han demostrado su potencial invasor en esta misma isla, como ocurre con la jara pringosa, Cistus ladanifer, que ya fue introducida, quizá involuntariamente, en las plantaciones de Pinus pinea de Tamadaba, donde hoy es localmente abundante en los jarales de la cabecera de las presas de Los Pérez y Lugarejos.
En la zona analizada y de las especies exóticas, sólo ésta parece haberse propagado de manera natural, y forma un grupo de unos 10 ejemplares alrededor del ejemplar más viejo, que ya tendrá unos 2 m de altura. Sin duda esta planta es la que ofrece un mayor peligro y sería conveniente erradicar antes de que se extienda más por la zona. El resto, aunque naturalizadas, no parece que se hayan podido expandir por sus propios medios. De momento.
Esta entrada pretende ser un "muchas gracias" por la intención, pero "no gracias", no sigan por este camino. Pueden producir más daño del que intentan paliar. Dejen a los profesionales las labores de repoblación, y si quieren ayudar, pidan permiso a los técnicos oficiales para que éstos les digan si es posible la plantación, qué especies son deseables en la zona, y de paso registrarán el lugar donde deben plantarse. Seguro que los técnicos del Cabildo Insular de Gran Canaria les encantará ayudar y todo saldrá mejor si encauzamos los muchos esfuerzos que se realizan y si todos actuamos de manera correcta.
Cualquier padre sabe el miedo que da ver a un hijo de pocos años que quiere "ayudá a papá" o "a mamá"y que se te acerca con las manos sucias dispuesto a colaborar en cualquier labor doméstica: doblar la ropa limpia, fregar el suelo, etc.
Esa misma hipermotivación se da en muchas personas muy concienciadas de que todos podemos colaborar en cualquier tema medioambiental: el reciclaje, la conservación del medio, etc. Pero hay ocasiones en que esta altísima motivación y buena voluntad no está debidamente encauzada.
Cada vez es más frecuente encontrar en los espacios naturales especies vegetales que han sido plantadas por grupos ecologistas, montañeros, o simplemente por personas de buena voluntad. El problema se produce cuando las especies plantadas no son las más adecuadas para la zona, o incluso, ni siquiera son especies autóctonas.
De hecho, en el caso de que las plantaciones sean de especies locales en zonas de las que son propias, la falta de control y de registro de estas plantaciones hacen que sea un problema para futuras investigaciones. Pero este es un mal menor.
Un ejemplo claro del problema que se puede plantear por esta plantación equivocada lo podemos encontrar en una zona que no mencionaremos por no incentivar aún más estas acciones. Sólo diremos que está situada en el cuadrante noreste de la Isla de Gran Canaria, en un espacio natural protegido, donde la vegetación natural de acebuches (Olea cerasiformis), lentiscos (Pistacia lentiscus) y granadillos (Hypericum canariensis) está en clara progresión. En un área de no más de 100 metros cuadrados podemos encontrar varias especies exóticas introducidas en pleno hábitat natural:
* Phlomis purpurea
* Cistus ladanifer
* Crassula argentea
* Alliaceae sp.
Y algunas especies canarias que no están presentes de forma natural en la zona
* Marcetella moquiniona
* Dracaena draco
En estos dos últimos casos el mal es muy poco, e incluso podríamos pensar que son buenas prácticas, pero sería necesario llevar un registro de dónde y cuántos se plantan, así como la procedencia de las semillas, para que estas plantaciones no interfieran en investigaciones futuras.
Pero el problema son aquellas especies exóticas, y sobre todo, las que ya han demostrado su potencial invasor en esta misma isla, como ocurre con la jara pringosa, Cistus ladanifer, que ya fue introducida, quizá involuntariamente, en las plantaciones de Pinus pinea de Tamadaba, donde hoy es localmente abundante en los jarales de la cabecera de las presas de Los Pérez y Lugarejos.
En la zona analizada y de las especies exóticas, sólo ésta parece haberse propagado de manera natural, y forma un grupo de unos 10 ejemplares alrededor del ejemplar más viejo, que ya tendrá unos 2 m de altura. Sin duda esta planta es la que ofrece un mayor peligro y sería conveniente erradicar antes de que se extienda más por la zona. El resto, aunque naturalizadas, no parece que se hayan podido expandir por sus propios medios. De momento.
Esta entrada pretende ser un "muchas gracias" por la intención, pero "no gracias", no sigan por este camino. Pueden producir más daño del que intentan paliar. Dejen a los profesionales las labores de repoblación, y si quieren ayudar, pidan permiso a los técnicos oficiales para que éstos les digan si es posible la plantación, qué especies son deseables en la zona, y de paso registrarán el lugar donde deben plantarse. Seguro que los técnicos del Cabildo Insular de Gran Canaria les encantará ayudar y todo saldrá mejor si encauzamos los muchos esfuerzos que se realizan y si todos actuamos de manera correcta.
Geófito introducido, quizá de la familia de las Alliaceae. La falta de floración impide su correcta determinación. Son dos ejemplares plantados. Su capacidad para reproducirse mediante bulbillos laterales aumenta su potencialidad invasora.
Ejemplar juvenil de Marcetella moquiniona. Especie autóctona de Gran Canaria pero cuyas poblaciones naturales más próximas se encuentran en el Valle de Agaete o en Guayadeque, muy lejos de donde se presenta este ejemplar.
Uno de los muchos ejemplares de drago, Dracaena draco, plantados por toda la zona estudiada. Algunos se encuentran en grietas y lugares sin suelo y poco accesibles, por lo que no se sabe muy bien si son plantaciones o proceden de la propagación natural de los muchos dragos de los alrededores.