En Canarias se han asilvestrado dos especies del género Eucalyptus: Eucalyptus globulus, el aucalipto blanco, y Eucalyptus camaldulensis, el aucalipto negro, el primero de flores grandes (ver imagen) y el segundo de "pseudohojas" (en realidad son ramitas aplanadas o filodios) y flores mucho más pequeñas. Los dos son procedentes de Australia y son considerados invasores (ver más información al respecto en la nase de satos de especies introducidas http://www.interreg-bionatura.com/especies/pdf/Eucalyptus%20camaldulensis.pdf y http://www.interreg-bionatura.com/especies/pdf/Eucalyptus%20globulus.pdf).
Más allá de estas consideraciones, en las Islas se ha establecido tradicionalmente sobre esta especie una relación un tanto ezquizofrénica de amor y odio. En ocasiones se les señala como perfectamente introducidos en nuestra cultura popular, que utiliza sus recursos, madereros, medicinales, paisajísticos, hasta el hecho de que se incluye a este árbol dentro del acervo cultural insular (http://www.culturatradicionalgc.org/Especias-y-Hierbas-Medicinales/Hierbas-Medicinales/Eucalipto-Blanco.html). Prueba de este arraigo es su presencia en la prensa local cuando, por cualquier causa: una ampliación de una carretera (ver ejemplo), o la presencia de una plaga que les afecta(otro ejemplo), estos árboles se ven en peligro.
También es importante su ya escaso uso como especie maderable (http://www.pellagofio.com/?q=node/139).
Todo esto, no evita que en los medios conservacionistas se mantenga, no sin razón, una lucha contra la extensión de estas especies calificándolas de invasoras.
¿Qué hay de cierto en todo esto?
Como siempre no existe una única verdad, ambos enfoques son ciertos. Por un lado el eucalipto, como el castañero o el almendrero, se ha incorporado a nuestro acervo cultural y paisajístico, teniendo además interés medicinal. Pero no es menos cierto que este tipo de formaciones vegetales son cultivos, y no bosques, por lo que no contribuye a la biodiversidad (tal como se nos dice en un interesante artículo de la revista Quercus del mes de enero, http://www.quercus.es/noticia/3882/Art%C3%ADculos-de-fondo/contribuyen-cultivos-eucaliptos-conservar-diversidad-biol%C3%B3gica.html).
Esta disparidad de criterios no es exclusiva de Canarias, al contrario, se da en cualquier zona en la que se plantan eucaliptos en deprimento de la vegetación auctóctona. Sirva de ejemplo este divertido comentario en un foro gallego, sobre la creación de la Mesa por la Libertad Arbolística, una presunta asociación que declara la libertad de plantar en un terreno propio lo que a uno le parezca. No se lo pierdan que tiene miga (http://www.ciberirmandade.org/taboleiro/viewtopic.php?f=13&t=3136).
Para concluir: los eucaliptos no son grandes enemigos del bosque natural. No lo desplazan, pero tampoco permiten la regeneración natural de la vegetación y frenan su progresión. Esto implica que deben ser controlados en espacios naturales y, a ser posible, sustituidos por árboles autóctonos que faciliten la progresión natural del sistema.
Como en muchas relaciones humanas, esta que mantenemos con el eucalipto puede resultar dañina para una parte. Más vale quedarse cada uno en su sitio, los eucaliptos en las zonas urbanas y en cultivos, y los árboles autóctonos en nuestros montes.
Más allá de estas consideraciones, en las Islas se ha establecido tradicionalmente sobre esta especie una relación un tanto ezquizofrénica de amor y odio. En ocasiones se les señala como perfectamente introducidos en nuestra cultura popular, que utiliza sus recursos, madereros, medicinales, paisajísticos, hasta el hecho de que se incluye a este árbol dentro del acervo cultural insular (http://www.culturatradicionalgc.org/Especias-y-Hierbas-Medicinales/Hierbas-Medicinales/Eucalipto-Blanco.html). Prueba de este arraigo es su presencia en la prensa local cuando, por cualquier causa: una ampliación de una carretera (ver ejemplo), o la presencia de una plaga que les afecta(otro ejemplo), estos árboles se ven en peligro.
También es importante su ya escaso uso como especie maderable (http://www.pellagofio.com/?q=node/139).
Todo esto, no evita que en los medios conservacionistas se mantenga, no sin razón, una lucha contra la extensión de estas especies calificándolas de invasoras.
¿Qué hay de cierto en todo esto?
Como siempre no existe una única verdad, ambos enfoques son ciertos. Por un lado el eucalipto, como el castañero o el almendrero, se ha incorporado a nuestro acervo cultural y paisajístico, teniendo además interés medicinal. Pero no es menos cierto que este tipo de formaciones vegetales son cultivos, y no bosques, por lo que no contribuye a la biodiversidad (tal como se nos dice en un interesante artículo de la revista Quercus del mes de enero, http://www.quercus.es/noticia/3882/Art%C3%ADculos-de-fondo/contribuyen-cultivos-eucaliptos-conservar-diversidad-biol%C3%B3gica.html).
Esta disparidad de criterios no es exclusiva de Canarias, al contrario, se da en cualquier zona en la que se plantan eucaliptos en deprimento de la vegetación auctóctona. Sirva de ejemplo este divertido comentario en un foro gallego, sobre la creación de la Mesa por la Libertad Arbolística, una presunta asociación que declara la libertad de plantar en un terreno propio lo que a uno le parezca. No se lo pierdan que tiene miga (http://www.ciberirmandade.org/taboleiro/viewtopic.php?f=13&t=3136).
Para concluir: los eucaliptos no son grandes enemigos del bosque natural. No lo desplazan, pero tampoco permiten la regeneración natural de la vegetación y frenan su progresión. Esto implica que deben ser controlados en espacios naturales y, a ser posible, sustituidos por árboles autóctonos que faciliten la progresión natural del sistema.
Como en muchas relaciones humanas, esta que mantenemos con el eucalipto puede resultar dañina para una parte. Más vale quedarse cada uno en su sitio, los eucaliptos en las zonas urbanas y en cultivos, y los árboles autóctonos en nuestros montes.
Eucalyptus globulus o eucalipto blanco
Ejemplar joven de Eucalyptus camaldulensis creciendo a unos 50 metros de un individuo adulto de la misma especie. Crece entre los helechales y con un ejemplar de Bencomia caudata en su base. Cuando el eucalipto, especie de rápido crecimiento, proyecte su sombra sobre las especies vecinas y sus hojas, con propiedades alelopáticas se acumulen en el suelo, impedirá la regeneración que se está produciendo en estos momentos.
Ejemplar joven de Eucalyptus camaldulensis creciendo a unos 50 metros de un individuo adulto de la misma especie. Crece entre los helechales y con un ejemplar de Bencomia caudata en su base. Cuando el eucalipto, especie de rápido crecimiento, proyecte su sombra sobre las especies vecinas y sus hojas, con propiedades alelopáticas se acumulen en el suelo, impedirá la regeneración que se está produciendo en estos momentos.