Como todos los años, llegado el otoño empiezan a presentarse en las grandes superficies diversas exposiciones para atraer a la clientela. En una de las inevitables visitas a uno de estos centros comerciales me sorprendió la presencia de una exposición sobre animales venenosos: anfibios, lagartos, pero sobre todo serpientes. Rápidamemte recordé que hace ya más de un año se publicó el proyecto de un decreto sobre la tenencia y comercialización de ofidios en las islas, que expresamente prohibía este tipo de exposiciones (confirmar en este mismo blog:
http://invasionesbiologicas.blogspot.com/2010/09/proposito-de-las-serpientes-exoticas.html.). El proyecto de Decreto decía literalmente:
Artículo 7. Sobre los ofidios venenosos.
1. Se prohibe, con carácter general, la tenencia, comercialización y exhibición de ofidios venenosos en la Comunidad Autónoma de Canarias.
2. Excepcionalmente, bajo estrictas condiciones de seguridad y cumpliendo con los requisitos dispuestos por la Ley 50/1999, de 23 de diciembre, sobre tenencia de animales potencialmente peligrosos y su Reglamento de desarrollo, se podrá autorizar por parte de la Consejería que resulte competente en cada caso, la tenencia de ofidios venenosos con fines científicos o sanitarios a entidades debidamente acreditadas, así como la tenencia y exhibición por parte de parques zoológicos.
Este proyecto de decreto, que además señalaba las especies de serpientes que podían y las que no podían comercializarse, debió tener como finalidad última un intento de regular la presencia de ofidios en Canarias, con vistas a que no se repita el caso de las serpientes reales de California.
Pero del proyecto de decreto nada más se supo. Quizá se pensó que al estar en realización el catálogo nacional de especies invasoras, y que éste recogería ya el caso de dicha serpiente, el principal objetivo estaría cubierto. O quizá simplemente se olvidó en un cajón.
De cualquier forma es necesaria una regulación de este tipo de exposiciones y la propia tenencia de estos animales venenosos. ¿O tendremos que esperar a que ocurra una desgracia, personal o ecológica?