Acaba de ver la luz en el último número de la prestigiosa revista Biological Invasions el trabajo titulado: The role of bioclimatic origin, residence time and habitat context in shaping non-native plant distributions along an altitudinal gradient, realizado por varios investigadores de universidades alemanas y suizas. Como su título indica, el trabajo intenta analizar el papel que tanto el origen bioclimático como el tiempo de residencia (el tiempo que una especie exótica lleva en el territorio en el que no es autóctona) o el contexto del hábitat, tienen en la distribución de las especies exóticas desde la costa hasta la cumbre. (Sylvia Haider, Jake Alexander, Hansjörg Dietz, Ludwig Trepl, Peter J. Edwards & Christoph Kueffer. 2010. The role of bioclimatic origin, residence time and habitat context in shaping non-native plant distributions along an altitudinal gradient. Biol Invasions 12:4003–4018)
El artículo analiza dos carreteras de Tenerife, desde la costa hasta los 2.000 m de altitud, realizando parcelas de muestreo cada 100 m de desnivel. El muestreo se limitó a las especies anuales, ya que al parecer, la influencia de los parámetros estudiados en plantas anuales y en especies perennes es distinto, y esto podría afectar las conclusiones del estudio.
El trabajo, tras analizar estadísticamente los datos obtenidos oncluye que los resultados obtenidos sugieren que el origen bioclimático no influye en el patrón de riqueza de especies no autóctonas a lo largo del gradiente altitudinal.
A primera vista, el trabajo y sus conclusiones son interesantes, pero si profundizamos un poco más en su análisis resulta que la cosa no está tan clara. Los aspectos más reprochables del mismo son los siguientes:
* la primera y quizá más importante dificultad es la consideración de nativa o no nativa para una especie. ¿Cómo saber si la amapola común, Papaver rhoeas, por ejemplo, es nativa o no? Yo no me atrevería a decirlo, y ante la duda creo que es mejor no calificarla. El patrón que podría ser aceptable es considerar a las especies de nuestra área biogeográfica, la mediterránea, como nativas. Esto condiciona desde el principio el resultado del análisis.
* los únicos orígenes bioclimáticos estudiados son el mediterráneo y el templado, y todas las especies encontradas se asimilan a uno de estos orígenes. Se omiten así otros orígenes bioclimáticos, como el tropical, al que pueden pertenecer especies como Conyza spp., Galinsoga spp. o algunos Amaranthus.
* asignar un origen bioclimático a una especie que hoy es cosmopolita es muy difícil, eso ocurre con muchas de las plantas anuales encontradas en el trabajo.
* más difícil todavía es decir si una especie hace mucho o poco que se introdujo en las Islas. No sé, y no explican, cómo han podido establecer este parámetro.
* los hábitats se consideran naturales o antrópicos. Muy naturales no podrán ser cuando las parcelas se sitúan a lo largo de las carreteras. Pero aún, sin considerar este aspecto, tampoco es fácil catalogar los hábitats mediante esta dicotomía. En la naturaleza nada es blanco o negro, la escala de grises es casi infinita.
* por último está el problema de la cantidad de especies determinadas. El estudio se realizó desde marzo a junio, en plena primavera tinerfeña, desde la costa hasta los 2000 m, y aún así sólo se encontraron 58 especies anuales distintas. Me parecen muy pocas. Claro que al no conocer el listado completo de las plantas anuales que el equipo consideró no nativas, tampoco sabemos si encontraron, por ejemplo, Silene vulgaris.
Como vemos, son muchas dudas para considerar a este trabajo, un estudio concluyente. Desde la perspectiva de un científico que no conozca la flora insular el artículo puede parecer interesante, pero desde las Islas, aunque la revista sea muy prestigiosa, no me atrevería a asegurarlo.
El artículo analiza dos carreteras de Tenerife, desde la costa hasta los 2.000 m de altitud, realizando parcelas de muestreo cada 100 m de desnivel. El muestreo se limitó a las especies anuales, ya que al parecer, la influencia de los parámetros estudiados en plantas anuales y en especies perennes es distinto, y esto podría afectar las conclusiones del estudio.
El trabajo, tras analizar estadísticamente los datos obtenidos oncluye que los resultados obtenidos sugieren que el origen bioclimático no influye en el patrón de riqueza de especies no autóctonas a lo largo del gradiente altitudinal.
A primera vista, el trabajo y sus conclusiones son interesantes, pero si profundizamos un poco más en su análisis resulta que la cosa no está tan clara. Los aspectos más reprochables del mismo son los siguientes:
* la primera y quizá más importante dificultad es la consideración de nativa o no nativa para una especie. ¿Cómo saber si la amapola común, Papaver rhoeas, por ejemplo, es nativa o no? Yo no me atrevería a decirlo, y ante la duda creo que es mejor no calificarla. El patrón que podría ser aceptable es considerar a las especies de nuestra área biogeográfica, la mediterránea, como nativas. Esto condiciona desde el principio el resultado del análisis.
* los únicos orígenes bioclimáticos estudiados son el mediterráneo y el templado, y todas las especies encontradas se asimilan a uno de estos orígenes. Se omiten así otros orígenes bioclimáticos, como el tropical, al que pueden pertenecer especies como Conyza spp., Galinsoga spp. o algunos Amaranthus.
* asignar un origen bioclimático a una especie que hoy es cosmopolita es muy difícil, eso ocurre con muchas de las plantas anuales encontradas en el trabajo.
* más difícil todavía es decir si una especie hace mucho o poco que se introdujo en las Islas. No sé, y no explican, cómo han podido establecer este parámetro.
* los hábitats se consideran naturales o antrópicos. Muy naturales no podrán ser cuando las parcelas se sitúan a lo largo de las carreteras. Pero aún, sin considerar este aspecto, tampoco es fácil catalogar los hábitats mediante esta dicotomía. En la naturaleza nada es blanco o negro, la escala de grises es casi infinita.
* por último está el problema de la cantidad de especies determinadas. El estudio se realizó desde marzo a junio, en plena primavera tinerfeña, desde la costa hasta los 2000 m, y aún así sólo se encontraron 58 especies anuales distintas. Me parecen muy pocas. Claro que al no conocer el listado completo de las plantas anuales que el equipo consideró no nativas, tampoco sabemos si encontraron, por ejemplo, Silene vulgaris.
Como vemos, son muchas dudas para considerar a este trabajo, un estudio concluyente. Desde la perspectiva de un científico que no conozca la flora insular el artículo puede parecer interesante, pero desde las Islas, aunque la revista sea muy prestigiosa, no me atrevería a asegurarlo.
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