sábado, 1 de julio de 2023

La "limpieza" de caminos y repoblaciones favorece la proliferación de algunas especies invasoras. Gestionar a base de desbrozadora.

 El título podría parecer demasiado taxativo, pero creo que está basado en años de observación e incluso en artículos científicos. Ya ha sido aceptado mundialmente, gracias a numerosos trabajos publicados en revistas científicas, que las carreteras y vías de comunicación son un vector importante en el grado de penetración de las especies introducidas e invasoras en los ambientes naturales o seminaturales (por ejemplo ver Distribution of alien vs native plant species in roadside communities along an altitudinal gradient in Tenerife and Gran Canaria (Canary Islands) (https://www.researchgate.net/publication/234077234_Distribution_of_alien_vs_native_plant_species_in_roadside_communities_along_an_altitudinal_gradient_in_Tenerife_and_Gran_Canaria_Canary_Islands/citations). Es menos tratado el efecto en los caminos rurales, forestales, etc., aunque también es conocida desde antiguo la existencia de las comunidades ruderales, formadas por plantas, la mayoría introducidas o de distribución cosmopolita, que ocupan estos ambientes.

Pero volvamos al objetivo de esta entrada, ¿qué efecto tienen las pretendidas limpiezas que se realizan en caminos rurales sobre la proliferación de especies invasoras?

Para intentar responder a esta pregunta me limitaré a explicar qué ocurre cada año, desde hace ya más de 5, en algunos caminos de las medianías del norte de Gran Canaria.

Situémonos en una antigua zona de castañeros en la que hoy se regenera el monteverde, con ayuda de algunas repoblaciones. En los caminos que recorren esta zona las zarzas y helechos inician un intento de reconquistar las zonas alteradas, entre ellas los propios caminos. De esta manera esta primera avanzadilla de la recolonización natural del monte verde se convierte en una molestia para los usuarios del camino y se inicia la necesidad de gestionarlos. 



 La gestión consiste en un aclareo, con la poda de los propios árboles del monte verde, laureles, brezos, escobones, y de cualquier especie que crezca en estos bordes, acompañada por la eliminación con desbrozadora de los helechos y zarzas. Así se produce la primera "limpieza" del camino.





 Pero esta desocupación de la zona por arbustos y árboles jóvenes tiene como consecuencia el aumento del número de plantas anuales y de gramíneas cespitosas, favorecidas por la mayor cantidad de luz. Entre estas hierbas y gramíneas se convierten en especialmente abundantes el cardo borriquero (Galactites tomentosa), la sonaja o viborera (Echium plantagineum), el pajico o giralda (Coleostephus myconis), y una gran cantidad de gramíneas, unas anuales (Bromus spp.), Hordeum murinum, Avena spp., y otras cespitosas, perennes, como el cerrillo, Hyparrhenia hirta. Entre éstas se introduce en esta fase la invasora Nassella neesiana, que en poco tiempo llega a dominar la formación. 

Primera fase tras la poda. Las zarzas rebrotan y empiezan a crecer las gramíneas



Fase de mayor desarrollo de Nassella neesiana

 Una vez generada esta enorme biomasa vegetal, se produce la segunda fase de la "limpieza". Tanta hierba vuelve a molestar o incluso puede llegar a verse como un problema que pueda favorecer los incendios. Para esta segunda fase sólo son necesarias desbrozadoras que amplíen el camino, y que lo transformen en una "autopista" alfombrada de paja, mullida, que no sólo sigue siendo un problema para potenciales fuegos, sino que favorece a las gramíneas cespitosas ya que no mueren, sino que en las próximas lluvias crecerán antes que las plantas anuales. 

En un primer momento se ensancha el camino y se eliminan las hierbas más próximas al mismo. La primera línea de playa.

En un mayor grado de "limpieza", se eliminan también las zarzas y cualquier arbustillo, incluidas plántulas y juveniles de las propias plantas del monte verde, formando una "autopista" mullida de unos 4-5 metros de ancho.

  Con el tiempo y en los lugares adecuados, con más sol y mayor temperatura, estas zonas doblemente tratadas, son los sitios ideales para que otra gramínea invasora se instale, el rabo de gato, Cenchrus setaceus (=Pennisetum setaceum). Y ahora a ver quién la quita de ahí. 


 Y lo curioso de toda esta limpieza es que, ya que se ponen a "limpiar", podían empezar por las tuneras, alcornoques u otras plantas introducidas e invasoras que proliferan en estos mismos caminos. Pero no, a estas, como no son ni zarzas ni hierbas se les deja tranquilas y se les quita la competencia.


Moraleja, aquellos polvos trajeron estos lodos. Las podas y las limpiezas indiscriminadas en los bordes de los caminos rurales, pistas forestales, e inclusos en algunas repoblaciones, favorecen la entrada de especies invasoras. Antes de realizarlas habría que estudiar si son realmente necesarias, no para la actividad humana, sino para la recuperación de la vegetación natural. Y sobre todo analizar el método que produzca menos impacto en el medio.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Observaciones muy pertinentes, pero a las probablemente no tendrán en cuenta.

Marcos Salas Pascual dijo...

Hola Anónimo, y gracias por su comentario. Ya se cuenta con la dificultad de hacer cambiar determinadas actitudes, pero eso no nos debe impedir intentarlo. Hay mucha gente que realiza estos procedimientos ignorando el daño que producen. Si se denuncia al menos no podrán aludir ignorancia. Y hay buenos profesionales con buenas intenciones.
Un saludo y gracias de nuevo por su participación en el blog.

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