domingo, 26 de noviembre de 2017

El problema más gordo.

Por cuestiones de trabajo, hemos estado atareados recorriendo, por enésima vez, gran parte de la geografía de Gran Canaria. Durante estas semanas de trabajo de campo hemos visto innumerables casos de especies exóticas que viven en comunidades autóctonas: tuneras, piteras, cañas, etc. En su mayoría, esta presencia parece deberse más a la recuperación de la vegetación natural, que a la capacidad de las especies intruducidas para ocupar ambientes seminaturales. También hemos vuelto a ver la acción de los conejos sobre especies nativas en el acebuchal, el almacigares, etc. Pero sobre todo nos hemos vuelto a asombrar con el problema más gordo que tenemos hoy en día en Gran Canaria y que afecta a la preservación del medio ambiente. Mucho más gordo que los incendios, que el efecto de los conejos, que la proliferación de acacias, tuneras o piteras. Se trata de la proliferación de Pennisetum setaceum en el sector oeste de la Isla, efecto que se ve incrementado por la forma en que se gestiona el ganado en muchos lugares de esta zona de la Isla. Las hectáreas que ocupa Pennisetum setaceum como especie dominante, superan en mucho las Ha de monte verde que existen en la isla (243 Ha según el reciente y mgnífico libro La laurisilva. Canarias, Madeira y Azores). Su presencia impide la recuperación de la vegetación autóctona, y pone en peligro un gran número de especies que viven en esta zona, algunas endémicas de la misma. La presencia de esta planta en tal abundancia, parece deberse a una suma de factores, unos naturales: clima calido y húmedo, suelos sueltos; y otros de origen antrópico, como suelos removidos por la construcción de carreteras, las propias carreteras que facilitan la dispersión de la especie, y sobre todo el uso ganadero de muchos barrancos desde el Valle de Agaete hasta La Aldea. Estos barrancos encajados, sin salida, son utilizados para soltar en ellos ganado caprino y ovino. El ganado campa a sus anchas por el fondo y las laderas de los barrancos y cañadas sin apenas control. La depredación del ganado sobre las especies autóctonas, el desprendimiento de piedras que produce, la nitrificación del suelo, etc., favorecen la presencia de Pennisetum que no es comido por los animales. Es tanta la densidad de Pennisetum que se llega a alcanzar, que incluso hace peligrar la propia ganadería, y los ganaderos tienen que cortar las matas de Pennisetum para intentar que salga ago de hierba o de matorral. Este corte de las matas no las hace desaparecer, al contrario, las rejuvenece y aumenta la cantidad de semillas que producen. 
Para cualquiera que recorra la parte baja del Valle de Agaete (desde los 150 hasta los 300 m s.m.), Guayedra, la base de Tirma, El Risco hasta el inicio del pinar de Tamadaba, Andén Verde y La Aldea de San Nicolás, barranco arriba hasta la presa de Parralillo, este problema es sin duda el más gordo. Y no se arregla con voluntarios, con educación ambiental, o con cartografiar la zona afectada. Hay que investigar y actuar. En lo que respecta al efecto de las especies exóticas invasoras sobre el medio ambiente, éste es sin duda el problema más gordo. A pesar de parecer pesado, cada cierto tiempo hay que decirlo para ver si por fin se hace algo.

 Barranco de La Culatilla, en el Valle de Agaete. Pennisetum setaceum entre el palmeral.
 Sólo los verodes y los almendros sobreviven al ahogo que representa la densidad del Pennisetum
 Mata de Pennisetum setaceum cortada por los ganaderos para permitir la germinación de hierba o de matorral que alimente al ganado.
 El ganado ayuda a la proliferación de Pennisetum setaceum, eliminando las especies nativas que puedan competir con ella, mejorando las condiciones del suelo para la planta, aumentando la riqueza en nitratos del suelo, etc.
 Diferencia de densidad de Pennisetum setaceum entre la zona pastoreada, en primer plano, con un suelo más profundo y suelto, ocupada por palmeras y almácigos como especies nativas, y la zona del fondo, con cardones y tuneras, mucho menos utilizada por el ganado y con una escasísima presencia de Pennistum setaceum
 Base del Roque del Mediodía. Pennisetum setaceum cubre toda la ladera.

 Guayedra.

Barranco de La Aldea, cerca de la presa del Caidero de Las niñas.

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