martes, 15 de junio de 2010

Washingtonia robusta. La invasión urbana (de momento).




Las palmeras son uno de esos grupos vegetales que tienen buena prensa. Quizá por la asociación que hacemos en las islas con la palmera canaria, nunca solemos pensar en una palmera como en una planta invasora. Así, cuando se limpian de "malas hierbas" los bordes de carreteras y los parques, nadie se atreve a arrancar una palmera, y ahí se pueden ver, bordeando las carreteras y en multitud de jardines y parques, pequeñas palmeras espontáneas. La mayoría de estas pequeñas palmeras que vemos a lo largo de estas carreteras pertenecen a la especie Washigtonia robusta (no confundir con Washigtonia filifera, de tallo más grueso, hojas más anchas, grandes y con largos filamentos pajizos). Esta palmera de abanico de origen mexicano se extiende por las zonas urbanas y periurbanas, y germina de semilla con gran facilidad, quizá favorecida por la ingestión de sus semillas por algunas aves urbanas, como los mirlos (Tordus merula). Sólo necesita un poco de suelo y agua. En las medianías del norte, cuando hay adultos cerca, esta palmera puede llegar a ser un problema para los pequeños huertos cercanos a los pueblos. La popularidad que tiene esta palmera como ornamental de rápido crecimiento le ha servido para extenderse por toda la geografía insular. De momento no se han encontrado palmeras de abanico en los palmerales autóctonos más sobresalientes, pero si en sus cercanías, como en Tafira, Tamaraceite o Gáldar. Es muy común encontrarla incluso bajo el dosel de especies de monte verde en el Jardín Botánico Viera y Clavijo. En algunos barranquillo de zonas periurbanas cuya vegetación autóctona está hoy en recuperación es posible encontrar grupos de Washigtonia robusta simulando un palmeral natural (en la tercera imagen, un barranquillo del Salto del Negro, un barrio de Las Palmas de Gran Canaria).
Estas "señales" nos indican que la planta puede prosperar en zonas de medianías, y que puede aparecer en estos ambientes en poco tiempo. La facilidad de su erradicación, si se encuentra en sus primeros momentos de instalación, se contrapone a las dificultades que puede acarrear eliminarla de un lugar si alcanza la edad adulta, no sólo por su tamaño, sino por la gran cantidad de semillas que produce un único individuo. Esta palmera, como la canaria y muchas otras, es dioica, es decir, hay pies masculinos y pies femeninos. Sería deseable que se utilizasen en jardinerio únicamente pies masculinos, para evitar en lo posible su proliferación, más que probable, en un futuro.

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