Permítanme en esta entrada, y aunque este tema no esté estrictamente relacionado con las especies introducidas, presentar aquí un problema derivado de la afición del ser humano por cambiar aspectos naturales o tradicionales relativos con el conocimiento de nuestro entorno natural. Se trata de la tendencia actual de cambiar los nombre comunes tradicionales de plantas y animales, por otros que se pretenden más apropiados, por sonar mejor, por moda o por la intención de solucionar el complicado problema de relacionar un nombre común con una única especie, o una especie con un único nombre.
Pero los nombres comunes de plantas y animales son de gran importancia cultural, desde el punto de vista lingüístico, histórico, social y etnobiológico, y la única manera de evitar su pérdida es utilizarlos de manera correcta, en su contexto, mantenerlos vivos y útiles.
Una visión de este problema pueden obtenerla en el siguiente artículo, publicado en la revista de divulgación The Conversation.
https://theconversation.com/aloe-o-sabila-la-riqueza-de-los-nombres-tradicionales-de-plantas-164922
Y en este tema muchos debemo entonar el mea culpa, ya que muchas veces somos los propios técnicos y científicos los que introducimos estos nuevos nombres derivados de los científicos para denominar a estas plantas que ya tenían nombre común y que no necesitaban de estos neologismos. Nombres como bencomia, que sustituye a los tradicionales rosalito o zumaquero, deberían evitarse en listados de nombres comunes, y otros como busardo ratonero o ratonero común no deberían ser calificados como comunes, como sí lo es en Canarias el término aguililla. El problema de la multiplicidad de nombres comunes para designar a una misma especie ya lo resuelven los nombres científicos, que muchas veces somos reticentes a usar por la mala acogida que tienen entre el público general. Y si una especie no tiene nombre común, o no los conocemos, no podemos inventarnos uno, hay que difereciar nombres técnicos, que pueden ser bencomia, ratonero, o los que se quiera inventar, de los nombres realmente comunes, tradicionales, y eso es necesario reflejarlo claramente en nuestros escritos. El léxico de un territorio es también digno de protección.
Detalle de Bencomia caudata, y ficha de esta especie en la base de datos de la biodiversidad canaria (BIOTA), donde aparecen juntos los nombres, bencomia de monte y zumaquero, siendo el primero un neologismo y el segundo un término tradicional que nos habla del aspecto de la planta (similar al zumaque) y lo relaciona con topónimos como El Zumacal.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Pasa igual con los frutales, manzanero, almendrero,... les están quitando el «...ero» y les están poniendo el «...ano».
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