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lunes, 29 de junio de 2015

Tuneras, piteras y ahora cocoteros. Un nuevo icono vegetal turístico de Canarias.

En estas Islas ya estamos acostumbrados a que se utilicen plantas introducidas o cultivadas como símbolos vegetales de Canarias. En cualquier grabado o pintura de un paisaje canario, desde el siglo XVII hay una pitera o una tunera. La estrelitzia (Strelitzia reginae) fue durante décadas el símbolo casi oficial de las islas. La platanera también ha ocupado este curioso honor. De poco sirvió la Ley7/1991, de 30 de abril, de símbolos de la naturaleza para las Islas Canarias (http://www.gobiernodecanarias.org/boc/1991/061/001.html) donde se nombró a una especie animal y otra vegetal como símbolos oficiales de cada isla, y a la palmera canaria y al pájaro canario como símbolos regionales. (¿De verdad no había otro animal autóctono en Gran Canaria para este objetivo que el perro de presa? En fin)
Pero está en ciernes un nuevo ejemplo que incrementará esta iconografía vegetal introducida, el cocotero. Ya es habitual su estampa en todos los paseos marítimos de las Islas, incluidas playas tan emblemáticas como Las Canteras en Las Palmas o Los Cristianos en Tenerife. Es muy frecuente en jardines de piscinas, hoteles y urbanizaciones, y los ejemplares más longevos ya están fructificando. Y está empezando a ser habitual su inclusión en los murales turísticos que adornan hoteles y demás. El que presento aquí es sólo un ejemplo, pero sé que hay más.
¿Conocen ustedes algún otro caso de especie introducida que esté protagonizando este mismo éxito en su inclusión como símbolo vegetal en Canarias? Yo no. En pocos años no será raro tener que explicar en las aulas que el cocotero, Cocos nucifera, no es una planta canaria, como lo tenemos que hacer todos los días con piteras, tuneras, plataneras, etc., etc. Al tiempo.
  Mural que adorna el comedor de un importante hotel en Gran Canaria. Junto a las piteras y tuneras de siempre, aparece un mar de cocoteros, sustituyendo quizáa la palmera canaria. La figura con pinta de perro que parece comerse la pitera no sabría decirles qué es.


 Cocos nucifera creciendo junto al paseo del Puerto de Mogán (Gran Canaria). Esta imagen se repite con asiduidad en toda la costa canaria.

miércoles, 24 de junio de 2015

Nueva Zelanda no está lejos de Canarias, Canarias está lejos de Nueva Zelanda. Erradicación de Tradescantia fluminensis en Stephens Island (Takapourewa). Un ejemplo de "sí se puede", y de cómo se puede.

Tradescantia fluminensis es una planta invasora que, por su uso como ornamental y su rápida dispersión por estolones, se ha extendido por todo el Mundo (http://www.issg.org/database/species/ecology.asp?fr=1&si=497; http://muir.massey.ac.nz/bitstream/handle/10179/2088/02_whole.pdf?sequence=1; http://www.invasiveplantatlas.org/subject.html?sub=6546; etc.). En España se incluyó en el Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el que se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras. Su presencia en Canarias está relacionada con las zonas de laurisilva, por lo que invade lugares de especial importancia ecológica como el Parque Nacional de Garajonay en La Gomera, Barranco Oscuro en Gran Canaria, etc. En este blog ya le hemos prestado atención y ha sido protagonista de varias entradas (http://invasionesbiologicas.blogspot.com.es/search/label/Tradescantia%20fluminensis).
Hoy la volvemos a tratar como ejemplo de cómo puede plantearse un caso de invasión biológica hasta conseguir su erradicación. La información, y otras muchas cosas, se la debemos a Juan Luis Rodríguez Luengo, que nos envió el siguiente enlace: http://www.doc.govt.nz/documents/science-and-technical/drds346entire.pdf, donde se puede leer un informe titulado "Control to eradication of Tradescantia fluminensis on Stephens Island (Takapourewa): the importance of systematic and persistent effort". Se trata de un artículo que explica cómo se trabaja en la erradicación de esta planta en la citada isla neocelandesa.
La isla Stephens, llamada en idioma maorí Takapourewa, es un santuario de biodiversidad situada en el estrecho de Cook, donde anidan multitud de aves marinas, y viven reptiles como la tuatara, gekos, y diferentes aves endémicas. Esta isla cobró fama por el caso de una especie de pájaro, Xenicus lyalli, o chochín de Stephens, que fue finalmente extinguido por el gato del farero de la isla (https://es.wikipedia.org/wiki/Xenicus_lyalli), después de que las ratas, introducidas tras la llegada de los polinesios, lo hicieran desaparecer del resto de Nueva Zelanda.
La isla tiene 1,5 kilómetros cuadrados y una altitud máxima de 283 metros. Como comparación diremos que el islote de Montaña Clara tiene 2,7 km2, casi el doble.
Tradescantia fluminensis estaba establecida en la isla desde 1966. En 1990 ocupaba más de 2 Ha en dos zonas boscosas de la isla (ver figura), con una densidad de biomasa de unos 3,9 kg/m2. Los trabajos se estructuraron en tres fases: una inicial de ataque o impacto (knock-down control) desde 1990 a 1992; otra de control esporádico, entre 1993 y 2003; y la etapa final de erradicación desde ese último año a la actualidad. En 2014 sólo quedaba una población. Según se indica en el taxto, no puede decirse que la planta esté erradicada de la isla, pero sin duda está en vías de serlo muy pronto.
El coste total de la operación se calcula en unos 100.000 dolares neocelandeses (unos 50.000 euros). Se empleó arranque manual y herbicidas, aunque este último sólo en las primeras fases hasta 2006.
Otro dato importante es que toda la operación, que se inició hace 25 años, se dirigió sólo por dos personas: Dave Ree, que se encargó de las primeras fases; y Derek Brown, encargado del equipo de erradicación desde 2003.
¿Cuáles son las claves del éxito? Lo indica el título del trabajo, la forma sistemática y persistente del esfuerzo realizado, a lo que se debería añadir, la constancia y la permanencia de los equipos de trabajo.
Sin duda un buen ejemplo para posibles futuros trabajos en Canarias.
En las islas la planta se trató de erradicar del Parque Nacional de Garajonay en la misma fecha de 1990 (cf. en BAÑARES, A. (1990). Erradicación de la invasora Tradescantia fluminenesis Well. (F. Commelinaceae) como medida de restauración ecológica en la laurisilva gomera (parque Nacional de Garajonay). Ecología 4: 99-104.), pero sin éxito. No conocemos otras iniciativas para el control de esta especie en los bosques canarios y sigue estando presente en dicho parque y en otros muchos espacios naturales insulares.
¡QUÉ LEJOS ESTAMOS DE NUEVA ZELANDA!
 Distribución de Tradescantia fluminensis en la isla de Stephens en 1990 y en 2003. Hoy sólo persiste una única población.
Tradescantia fluminensis en flor. En la foto anterior, invasión de esta planta en la laurisilva de la Reserva Natural Integral de Bco. Oscuro (Moya-Valleseco, Gran Canaria)

sábado, 13 de junio de 2015

Invasiones allí, traslocaciones aquí. No hay mucha diferencia.

Muchas veces nos empeñamos en ponerle nombre a todo, intentando ver diferencias donde no las hay. Eso ocurre con las plantas canarias que son introducidas en otros lugares y que llegan a ser invasoras en territorios alejados del Archipiélago. El tema ha tomado actualidad tras la conferencia del pasado 8 de junio del ex-director del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Lázaro Sánchez Pinto, titulada "Plantas canarias invasoras en entornos urbanos del mundo" y que sirvió para inaugurar el curso "Detectives de la Naturaleza" (ver http://www.museosdetenerife.org/museos-de-tenerife/editorial/487#.VXyBNvBEwXg), y que ha tenido repercusión en la prensa local (ver http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=378501).
En la conferencia se habla de varias especies canarias que se cultivan como ornamentales en todo el Mundo: la magarza de costa Argyranthemum frutescens, los taginastes Echium simplex, Echium wildpretii, los verodes o bejeques del género Aeonium, los tagasastes (Chamaecytisus proliferus ssp. proliferus var. palmensis), la siempreviva Limonium arborescens y la propia palmera canaria, Phoenix canariensis. Pero estas plantas también se comportan como agresivas en las Islas, donde también se utilizan como ornamentales. Lo que ocurre es que en las islas se califican como plantas traslocadas, y no como introducidas. Pero, por ejemplo, en Gran Canaria es posible encontrar Echium wildpretii en la cumbre de la isla, tagasastes en todo el norte de la isla, introducido como forrajero, bejeques de otras islas, como Aeonium haworthii de Tenerife, asilvestrados en Firgas, y en varios sitios podemos ver ejemplares de Limonium arborescens asilvestrados en lugares tan distintos como Bandama, Jinámar o Amadores. También muchas palmeras canarias utilizadas en jardinería pueden proceder de poblaciones de otras islas. Un trabajo reciente ha demostrado las diferencias genéticas entre las poblaciones de palmeras canarias de las diferentes islas (confirmar en "Patterns of genetic diversity in Phoenix canariensis, a widespread oceanic palm (species) endemic from the Canarian archipelago", de Isabel Saro, Miguel A. González-Pérez & Carlos García-Verdugo & Pedro A. Sosa, de la ULPGC y del Jardín Botánico Viera y Clavijo de Las Palmas de Gran Canaria, publicado en Tree Genetics & Genomes  01/2015; 11(1):815. DOI: 10.1007/s11295-014-0815-0), por lo que debería controlarse el uso de semillas procedentes de otras islas en la plantación de esta especie.
A este problema de las especies traslocadas en Canarias ya se han dedicado varias entradas en este blog. (confirmar en http://invasionesbiologicas.blogspot.com.es/search/label/traslocaciones).
Pueden llamarlas introducidas o traslocadas, pero el problema es el mismo, o incluso mayor. No olvidemos el problema de las hibridaciones.

 Limonium arborescens en Bandama

 Limonium cf. arborescens en Amadores

domingo, 7 de junio de 2015

Novedad editorial: Nuevo número de la revista Ecosistemas dedicado monográficamente a las invasiones biológicas

Ecosistemas es la revista científica de ecología y medio ambiente de la Asociación Española de Ecología Terrestre. Desde el año 2001 se publica exclusivamente en formato electrónico cada cuatro meses, por lo que está disponible en abierto en la red (http://www.revistaecosistemas.net). El volumen 24, número 1, está dedicado a las invasiones biológicas y a su repercusión en los ecosistemas. Su contenido se clasifica en artículos de investigación, comunicaciones breves y revisiones, y en este número se presentan los siguientes:


Editorial Invitada
Álvaro Alonso, Pilar Castro-Díez
Investigación
PDF
Alfonso Balmori Martínez, Inmaculada Santos, Roberto Carbonell

PDF
Pilar Castro-Díez, Álvaro Alonso Fernández, Mónica Gutiérrez López, Paloma de las Heras Puñal, Silvia Medina Villar, Esther Pérez Corona, Dolores Trigo Aza, Beatriz Rodríguez Vázquez de Aldana


PDF
Isabel Cabra Rivas, Pilar Castro Díez, Asunción Saldaña López
Comunicaciones Breves
PDF
Gonzalo Vergara, Jorge Valenzuela

PDF
Jesus Jimenez Ruiz, Francisco Javier Sánchez Martínez

Revisiones
PDF
Emili García-Berthou, David Almeida, Lluís Benejam, Kit Magellan, Mi-Jung Bae, Frederic Casals, Roberto Merciai

PDF
Evelyn Habit, Jorge González, Juan Ortiz-Sandoval, Anaysa Elgueta, Catterina Sobenes

PDF
Álvaro Alonso, Pilar Castro-Díez

PDF
Paula Lorenzo, Susana Rodríguez-Echeverría


PDF
Anna Traveset


PDF
Sergio R. Roiloa, Josefina G. Campoy, Rubén Retuerto


PDF
Pablo González-Moreno, Juan Domingo Delgado, Montserrat Vilà 

Como se aprecia, aunque no hay ningún trabajo que se relacione directamente con las Islas Canarias, muchos contenidos pueden tener una aplicación directa a casos similares presentes en el Archipiélago: los casos de Arundo donax y las acacias australianas son los más significativos.
Sin duda, la falta de trabajos concretos sobre invasiones en Canarias es responsabilidad de todos los que trabajamos en este campo en las Islas. Hay que ponerse las pilas.