La importante revista de divulgación ambiental Quercus, decana de este tipo de publicaciones en España, acaba de editar en su número 325 de mayo 2013, un interesantísimo trabajo de Stephan Scholz y César-Javier Palacios sobre las especies arbóreas o arbustivas autóctonas que quedan en Fuerteventura como relictos de los bosques de laurisilva y acebuchales que cubrían las partes más altas de esta isla antes de la llegada del hombre. La importancia del trabajo no sólo radica en lo pormenorizado de la información sobre el número, localizaciones y estado actual de los individuos de estas especies (Picconia excelsa, Olea cerasiformis, Pistacia atlantica, Pistacia lentiscus, Visnea mocanera, etc., hasta 10 especies distintas), sino que reincide en el papel que la sobreexplotación ganadera ha tenido en la transformación del paisaje majorero. Es la presión de las cabras "costeras" o guaniles, en estado de semilibertad, la que está llevando a estas plantas al borde mismo de su desaparición. Aunque no es una novedad, y en este mismo blog se han dedicado varias entradas al tema del ganado caprino salvaje y su efecto sobre el medio, tanto en Fuerteventura como en Gran Canaria o La Palma (confirmar en http://invasionesbiologicas.blogspot.com.es/search/label/cabra%20dom%C3%A9stica), hay que recordarlo de vez en cuando, y el magnífico trabajo de estos dos investigadores nos lo muestra claramente. Que Fuerteventura pueda ser llamado "el desierto canario", como se hace en el título de este artículo, no es sólo por razones climáticas, sino en gran medida, por la acción del ganado sin control (atentos que se indica claramente, por acción del ganado sin control, y no del ganado perfectamente regulado y controlado, no empecemos a disparatar y a crear enfrentamientos inexistentes entre conservación y ganadería).
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