Muchas veces el cambio de una especie por otra de similares condiciones no suele llamar mucho la atención e incluso pasa desapercibido a nuestros ojos. Así, en las repoblaciones forestales se han empleado diversas especies de pinos (Pinus radiata, Pinus halepensis, Pinus pinea) intercaladas entre los pinos canarios (Pinus canariensis), y este hecho pasa desapercibido para muchos. También ocurre con otras plantas, como las palmeras. En ocasiones podría parecer que el uso de una especie de palmera u otra no presenta grandes repercusiones en el entorno, e incluso presenta algunas ventajas, como ocurre con las palmeras de abanico, como Washigtonia robusta o Washingtonia filifera, frente a las palmeras del género Phoenix, sobre todo Phoenix canariensis. Las palmeras de abanico antes citadas, de origen americano, son de rápido crecimiento y no sufren el ataque de algunas plagas, como el picudo o la diocalandria, por lo que son muy utilizadas en jardinería. Estas palmeras son dispersadas por las aves (sobre todo por el mirlo, Tordus merula) y se asilvestra e introduce en medios seminaturales próximos a las zonas habitadas. Por ser una especie llamativa, muchas veces no se eliminan estas palmeras de abanico de bordes de carreteras, campos de cultivo, etc.
Esta entrada quiere llamar la atención sobre los distintos efectos ecológicos de la presencia de ambas palmeras con un sencillo ejemplo: la escorrentía del agua de lluvia sobre ambas y algunas de sus implicaciones ecológicas.
En las especies de Washingtonia, de hojas en forma de abanico y paralelas al suelo, el agua de lluvia se recoge en ellas y se desliza hasta sus bordes por donde cae al suelo, tal como se aprecia en la disposición de la hierba en la zona donde crece la planta (ver imágenes 1 y 2). Esta zona periférica se ve favorecida por este aporte extra de agua, mientras que la base de la palmera apenas recibe la lluvia.
Dos ejemplos de la escorrentía en Washingtonia robusta espontáneos en un cultivo urbanoEsta entrada quiere llamar la atención sobre los distintos efectos ecológicos de la presencia de ambas palmeras con un sencillo ejemplo: la escorrentía del agua de lluvia sobre ambas y algunas de sus implicaciones ecológicas.
En las especies de Washingtonia, de hojas en forma de abanico y paralelas al suelo, el agua de lluvia se recoge en ellas y se desliza hasta sus bordes por donde cae al suelo, tal como se aprecia en la disposición de la hierba en la zona donde crece la planta (ver imágenes 1 y 2). Esta zona periférica se ve favorecida por este aporte extra de agua, mientras que la base de la palmera apenas recibe la lluvia.
En las especies de Phoenix, las hojas son pinnadas, con los foliolos en V abierta hacia arriba, y muchas veces la hoja se dispone perpendicular al suelo, por lo que apenas recoge agua. La poca que es captada por la hoja viaja hacia el raquis de la misma cayendo hacia el tronco y empapándolo. De esta manera promueve el asentamiento de otras plantas, tanto en su base como a lo largo del tronco. El epifitismo sobre los troncos de palmeras canarias es un hecho bien conocido y aprovechado tanto por plantas autóctonas (Aeonium spp., Sonchus spp., Taeckholmia spp., Pericallis spp., etc.) como por plantas introducidas (Nicotiana glauca, Ficus microcarpa, etc.).
Ejemplo de escorrentía en Phoenix sp.Es pues un aspecto ecológico importante el que se ve afectado por la sustitución de una especie por otra, y éste es sólo un ejemplo.
Hay que tratar con cuidado la elección de las plantas que introducimos en nuestros jardines y zonas verdes, y hay que conocer con detalle el efecto que estas introducciones producen en nuestro medio.
Aeonium percarneum y Aeonium manriqueorum epífitos sobre el tronco de una palmera canaria (Phoenix canariensis)
Hay que tratar con cuidado la elección de las plantas que introducimos en nuestros jardines y zonas verdes, y hay que conocer con detalle el efecto que estas introducciones producen en nuestro medio.
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