Ya comentamos en la entrada anterior que dedicamos al problema de las moscas blancas espirales o de los ficus (ver aquí), que la única especie autóctona que había sido atacada hasta el momento por estas moscas (Aleurodicus dispersus y Lecanoideus floccissimus), es la palmera canaria (Phoenix canariensis). Hasta el momento este ataque se produce en zonas urbanas, y llega a ser muy intenso, como el que se aprecia en la fotografía que acompaña a esta entrada. La mosca no mata directamente a la palmera, pero la debilita haciéndola más susceptible a otros ataques (como la negrilla).
Hasta el momento no se ha encontrado solución a este problema. Se limita con baños de agua con sales o incluso con la poda de los ejemplares atacados, pero esta segunda opción no es factible en el caso de la palmera canaria. No se han encontrado todavía enemigos naturales capaces de reducir efectivamente la plaga, y el uso de pesticidas queda descartado por su carácter de plaga urbana.
Este problema tienen mala pinta. Menos mal que, de momento, no se conocen ataques a palmerales naturales.
Adulto y formaciones algodonosas producidas por la hembra de estas especies. El nombre de moscas blancas espirales se debe a la característica puesta en espiral de las mismas.
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